Para los Estados Unidos de Norteamérica (EEUU) las elecciones presidenciales de nuestro país son de vital importancia estratégica. Ellos requieren que en el gobierno federal mexicano queden sus aliados, los que siguen al pie de la letra sus recetas económicas, políticas y diplomáticas, los que permiten los grandes negocios de las trasnacionales a costa del empobrecimiento de las clases medias y la miserabilización de las clases populares de todos los países.
Cada seis años los halcones gringos ayudan para que ganen los candidatos del PRI o PAN. Y lo han logrado desde 1982 con el ascenso de Miguel De la Madrid Hurtado a la fecha, pasando por el mejor distribuidor de Coca Cola en Latinoamérica, Vicente Fox. Por eso en 1988 los grupos de oligarcas locales lograron dejar fuera de la presidencia al Ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas e impusieron a Carlos Salinas (quien por cierto anda muy activo con miras a intervenir en la sucesión del 2012). Y por eso lograron lo mismo en el 2006 con Andrés Manuel López Obrador.
Y vaya que en esa contienda electoral del 06 el pueblo mexicano se portó a la altura de las circunstancias. Aún con todo el dinero del mundo para la compra de votos; aún con la guerra sucia; aún con las televisoras y radio enlazados en el desprestigio contra Obrador, apenas lograron imponerse pírricamente con menos de un punto porcentual.
Algún ingenuo y desmemoriado pregunta ¿cómo puede ser creíble que los EEUU instrumenten acciones para que gane la presidencia de México un grupo neoliberal afín a ellos? ¿Es creíble dicha afirmación temeraria? Consigno dos entre muchas acciones de los EEUU: los préstamos del Fondo Monetario Internacional y del Banco mundial un año antes de elecciones presidenciales, para que el gobierno en turno tenga suficiente liquidez y utilice los millones de dólares en programas sociales (educación, salud, seguridad y carreteras) que le generen simpatías al partido en el poder; y con el reconocimiento rápido al ganador de la derecha (a Salinas De Gortari en 1988; y a Calderón Hinojosa en 2006). Señalo únicamente los anteriores por el descomunal fraude electoral mediante el cual los impusieron.
De antemano los conocidos documentos de la diplomacia estadounidense puestos a la luz pública por el australiano Julián Assange y su empresa Wikilieags, confirman el activismo e intervencionismo imperial de los EU.
En todo ese contexto Diego Fernández de Ceballos, el obsecuente peón de la mafia que es dueña de México, no es más que un sirviente de lujo de la oligarquía mexicana en concordancia con los intereses de los EU. Sirviente bien pagado, por cierto.
A EEUU le interesa que los países sea gobernados por títeres, sumisos y entreguistas. Pueden los halcones gringos matar indocumentados; pueden mentir y hacer guerras; pueden seguir considerando a México como su patio trasero; pueden sus fábricas y contrabandistas vendernos todas las armas del mundo; pueden sus empresas vendernos tecnología obsoleta y medicamentos prohibidos ya en los mismos EEUU, etc. Y los gobiernos mexicanos marcadamente neoliberales no se atreven a levantar ni siquiera la voz o decir pío.
¿Quiénes son los neoliberales? Los adoradores del libre mercado, los que defienden a capa y espada las libertades de los capitalistas para hacer negocio a costa de la salud y la vida de los mexicanos; los que defienden la libertad de precios en las mercancías y presionan para que haya un salario mínimo que condena a la miseria; los que llaman populistas a quienes instrumentan programas sociales; los que roban en el salario y en la venta de mercancías; los que aplauden e instrumentan las medidas económicas dictadas por los organismos financieros internacionales; los que defienden a las grandes trasnacionales y luego de que dejan el poder los acogen como miembros de sus consejos de administración como ahora lo es Ernesto Zedillo del Grupo Prisa, el consorcio mediático español más grande del mundo, con presencia en 22 países y accionista de 50% de la radiodifusora mexicana, junto con Televisa, como consigna la revista Proceso en su edición de esta semana.
En ese contexto desaparece y luego aparece Diego Fernández de Ceballos después de 7 meses de “encierro” y “torturas”, “dañado” sicológicamente. El para nada misterioso operador político ha coadyuvado para que ganen los gerentillos que le garantizan a EEUU que sus empresas trasnacionales sigan haciendo los grandes negocios. Conspicuos gerentes de la oligarquía mexicana han sido Carlos Salinas de Gortati y Ernesto Zedillo.
En el 2012 la contienda electoral presidencial será en esos términos. La mafia que se adueñó de México en contubernio con los oligarcas americanos buscarán que el mapa político de Latinoamérica no se les altere más (Dilma-Lula en Brasil; Correa en Ecuador, a quien por cierto ya le alentaron un golpe de estado; Cristina Fernández en Argentina; Raúl en Cuba; Chávez en Venezuela; Evo en Bolivia) y tratarán infructuosamente de evitar a toda costa la llegada de Andrés Manuel López Obrador a la presidencia de la república. Y a ese intento se sumará el nuevo adalid del país, el barbado caballero que, manejando un Merdedes Benz gris, lleva un ramo de rosas a su Dulcinea, el “pobre” “torturado” sicológicamente y muy “afectado”, Diego Fernández de Ceballos, peón de la mafia que se adueñó de México. Y tratarán de imponer a Enrique Peña. Pero veremos en el 2012, dijo un ciego.