Si hubiera cien tabasqueños como Maribel Cruz López, Tabasco sería otro. Maribel es un ejemplo ciudadano de dignidad y lucha. Esta mujer valiente, de oficio enfermera, se ubica por las mañanas a la entrada de Villahermosa, por el puente La Pigua, frente al hipermercado Aurrerá, en la salida a Villa Ocuiltzapotlán, y despliega unas lonas donde se lee desde lejos: “Tabasco, gobierno corrupto”. La escena es impresionante y edificante: una mujer, un letrero de denuncia, la impecable blancura de su uniforme que contrasta con su piel morena; a su frente y espalda la circulación continua de autos en todos los sentidos; algunos conductores pasan indiferentes; otros la saludan con el claxon y con la “v” de la victoria. Cerca, a veces, unos agentes de tránsito.
Ella, mirada de lince, viendo de reojo al sol, sudando, con el rostro relajado, está pendiente del paso de las autos y con un letrero pequeño solicita cooperación al público para las copias que reparte, en donde expone su caso de despido laboral, ejemplo vivo de cómo las autoridades manejan las leyes a conveniencia, y de cómo el gobernador Granier Melo y sus funcionarios cometen desacato contra las resoluciones de la Corte federal a favor de Maribel.
La historia es sencilla. A Maribel Cruz, trabajadora del Hospital del niño “Rodolfo Nieto Padrón”, con la categoría de Jefa de enfermeras, la despidieron sin más explicaciones. ¿La causa? En una contienda sindical de hace dos años se inscribió y ganó democráticamente y con amplia mayoría (con 406 de 762 votos; más del 50% del total) la posición de delegada sindical de ese nosocomio. Como su forma de ser y de pensar como dirigente no era ni es grata para las autoridades de dicho nosocomio ni del cacique del SUTSET, sencillamente no le permitieron ejercer su labor sindical y tampoco que siguiera en su trabajo con antigüedad de más de 23 años.
Lo anterior en contubernio de las autoridades de Salud del estado y de la Secretaría de Gobierno con el por ahora sempiterno dirigente del SUTSET Juan Antonio Pérez Alcudia, y sus incondicionales Carlos Sosa Ortiz y Magdalena Luna Carballo, quienes llevaban años como delegados, haciendo tropelías en sus gestiones, favoreciendo incondicionales y aplastando los derechos de los trabajadores.
Ella, Maribel Cruz López, mayor de edad, de profesión enfermera, interpuso demanda laboral solicitando la reinstalación y el respeto al resultado de la contienda electoral donde quedó como delegada; de lo cual en su momento recibió toma de nota por la Junta local de Conciliación. No le hicieron caso. La miraban mujer, morena, endeble y pobre y se burlaban de ella. Con paciencia ancestral recorrió todo el tramo de la justicia: tribunales locales y los federales en sus dos instancias, de Distrito, y de la Suprema Corte. Ganó en todas las etapas. Sin embargo Andrés Granier Melo se negó a reinstalarla en su empleo.
Maribel, siempre de impecable blanco en su uniforme, desde el inicio de su destitución tenía ante sí dos caminos a seguir. Uno: someterse, agachar la cabeza, cruzarse de brazos, derrotada y ejercer la enfermería en lo particular; o dos: enfrentar al poderoso gobierno del estado con todos los sacrificios que representa. Valiente y digna decidió esto último. Ella sola, con sus propias y sencillas armas (su pensamiento, sus palabras, su actitud, su valentía, su vocación) metió la demanda laboral e inició el trayecto digno de la lucha.
Ahora el gobierno del estado está entrampado ante el caso de Maribel. Cuando es su deber (de un gobierno democrático y constitucional) defender y velar por los intereses de los ciudadanos, atropella las leyes laborales e ignora las sentencias de la Corte con el fin de no permitir que Maribel se alce con la merecida victoria. Ya tiene la victoria legal, pero como estos -cada vez más disminuidos- gobernantes no saben de acatar las Leyes que juramentaron cumplir, entonces, ella debe seguir luchando, con sol, viento o lluvia, hasta conseguir que se le reconozcan sus derechos.
Si hubiera cincuenta tabasqueños como Maribel, con la tenacidad de lucha, el valor, la decisión y la vocación de victoria, Tabasco sería otro. No permitirían que una pandilla oficial se mofe de todos los tabasqueños. Si al menos hubiera veinte, si hubiera diez, Tabasco sería otro.
Adelante Maribel, hasta la victoria.
No hay comentarios:
Publicar un comentario