José Téodulo Hernández Sánchez, vicepresidente del Consejo estatal del PRD (Tabasco) al dar lectura al documento donde se respalda al presidente del CDE y ex edil del municipio de Comalcalco, Tab, en la reprobación de su cuenta pública del 2009.
Si alguna cuenta pública del 2009 debía reprobarse, esta no era la del ayuntamiento de Comalcalco. Y si en base a la ley debían reprobarse diez o quince cuentas públicas, entre estas no iba a estar la de ese municipio. Así de plano y así de contundente.
La pandilla en el poder ha convertido a la revisión y calificación de las cuentas públicas en la espada de Damocles que pende del cuello de los presidentes de oposición, o de algún descarrilado o rijoso presidente municipal priista que se niega a acatar órdenes del señor feudal, “sí, señor gobernador”. A ojo de lupa la revisión como debe ser... pero en contra de los ediles perredistas. Y a ojos prostitutos la de los colegas, la de los amigos del gobernador, del secretario de gobierno, la del compadre, la de algún ex edil de oposición que tiene o tuvo su enjuague con el poder en turno.
Todas las cuentas tienen observaciones, me comentó un contador que labora para Rullán Silva en la auditoría mayor del Congreso. Todas. Ninguna se escapa. Algunas con irregularidades graves, otras menos graves y, otras, intrascendentes por el monto, que a veces llega a menos de un peso.
La reprobación de las cuentas de Javier May Rodríguez, no es más que una burda y rupestre maniobra de venganza política para distraer de lo fundamental: el nulo trabajo de Andrés Granier Melo, que llegó a la gubernatura montado en una imagen de bonachón, populachero, que convenció hasta a algunos militantes y dirigentes perredistas, que lo dicen, además, sin pena, sinvergüenzas.
Llegó Granier Melo a la gubernatura solamente para que le dijeran “Señor gobernador”, para que su rostro impar quede en fotografías de la Sala de gobernadores, y para que ese rostro con mueca como sonrisa esté en todas las oficinas de gobierno abrazando a los titulares de dichas oficinas, como muestra de que la campaña delincuencial electoral del 2006 definió mandos, y no los perfiles, con valores, visión, conocimiento y experiencia que tanto necesita Tabasco. A cambio de eso el “equipazo” de Granier muestra incompetencia total, desgobierno, despilfarro, latrocinio, desfachatez, fantochería, cinismo. Esa es la historia de los cuatro años que Granier lleva en el gobierno.
Da pena y coraje escuchar a Granier decir “Vamos a ganar el 2012”, y de seguro lo dice convencido de que uno de los suyos va a ganar la candidatura priista como él lo hizo en el 2006 mediante el amague de irse de candidato a otro partido. Pero eso lo verán y definirán luego los priistas. Mientras tanto cabe preguntarle al “señor gobernador”: ¿Para qué Andrés Granier’ ¿Para qué ganar si no se tiene ni plan, ni rumbo? ¿Para qué? ¿Para tener sometida en la ignominia a una población que se merece mejores gobernantes? ¿Para quedarse con el dinero público y asegurar de por vida a los familiares y descendientes, a los vástagos? ¿El poder para comprarse una flotilla de aviones u hoteles como tu antecesor?
Por esa forma de gobernar, por esas ideas patrimonialistas del poder que se ha ejercido en el país, tanto del PRI como del PAN y también por algunos del PRD, no cabe duda, es que la sociedad se encuentra en un marasmo de violencia, de incertidumbre, de miedo, de abandono del campo, de desempleo.
La embestida de la reprobación de la cuenta pública de Comalcalco del 2009 no es exactamente contra Javier May Rodríguez, ex edil y actual dirigente del PRD. Es contra el perredismo todo que, dividido, parece destinado a esperar que el gobierno del estado (leáse Granier, Mayans y el PRI) les entregue en bandeja de plata la gubernatura y ponga alfombra amarilla para decirles “bienvenidos al poder, señores perredistas”. La embestida es también contra el ciudadano sin partido, para hacerle creer que no hay opción, y que no queda otra más que fatalmente seguir votando por el PRI.
Por lo pronto cabe decir que no hay ningún tonto o tonta en el estado, inclusive de su mismo grupo político, ni del partido en que militan Granier, el auditor Rullán, el mismo Ocaña, Mayans, el Héctor Peralta, que crea en semejante obscenidad: que la única cuenta que merecía reprobarse era la de Javier May.
Bien dice el adagio popular que el ladrón, para despistar a la gente, señalando a otro, grita: “al ladrón, al ladrón”.
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