sábado, 15 de diciembre de 2012



¡Vergüenza social!
Antonio Solís Calvillo
Que agravio, que vergüenza social: sin alimentos en el hospital siquiátrico “Villahermosa”, y sin medicinas, ni material de limpieza, en los hospitales del Niño, de la Mujer, en el Juan Graham y en el Rovirosa. ¿Qué falta por saber? ¿Hasta dónde hemos de llegar para darnos cuenta de la mezquindad, estulticia, perversidad y criminalidad de quienes ¡aún! hoy están al frente de las instituciones del estado.
También ¿hasta qué parte del fondo del pozo hemos de caer para darnos cuenta lo que provoca nuestra indiferencia social?
El químico de las bicicletas y amigos debieron de irse por vergüenza de la derrota el 2 de julio. Debieron buscar la manera de acordar un interinato que vigilara la anticipada entrega recepción. Pero no, siguen ellos aún en su aquelarre del saqueo hasta agotar el último segundo del 2012.
Sin comida para los enfermos del siquiátrico, (antes conocido como hospital Granja para enfermos mentales y nerviosos),  ni para los enfermos internados en los demás hospitales públicos, ni medicinas, es asunto criminal grave. Sumamente grave. Qué barbaridad. Y lo anterior forma parte de la punta del iceberg.
Hay desorden administrativo y saqueo en todas las dependencias. En todas las áreas. No fuimos capaces como sociedad de detenerlos. Pero también, en autocrítica, como partido no tuvimos la capacidad de articular un movimiento social que los corriera.
Por silencio y omisión, como ciudadanos, somos parte del problema, y podemos  y debemos ser parte de la solución. Ya lo estamos siendo desde el 1 de julio pasado al quitarlos políticamente del poder. Pero ¡aguas!, porque muchos de ellos quieren retornar camuflajeados.
La sociedad que tenemos es la que hemos construido. Una sociedad disfuncional. A manera de ejemplo tenemos que un cúmulo de políticos –de cualquier partido- arriban al gobierno a través de procesos poco creíbles. Legitimados -según ellos- en los mandos sin conocimiento, desconociendo la misión y sin visión, donde dan órdenes sin ton ni son, pervierten el ejercicio del poder, y como producto dejan un desorden administrativo total.
Luego nos damos cuenta que hay nuevos ricos que construyen palacetes en colonias exclusivas, o en pleno centro de la ciudad. Cínicos ellos, sin ocultarlo. Y nosotros guardamos silencio por comodidad o miedo, medrosos.
Pero también reconozcamos que hay una gran cantidad de personas que sueñan o buscan arribar al poder solamente para enriquecerse fácilmente en tres o seis años. Y para lograrlo se confabulan dentro de los partidos. También hay quienes- desde la ciudadanía-  justifican que el gobernante robe mientras “haga obra”.  Y por supuesto considero que tenemos que lograr cambiar la conciencia para que las cosas sean distintas.
Tenemos que regenerar el tejido social y el conjunto de conceptos. Reiterar que se llega al gobierno para trabajar en bien de la sociedad, para administrar los recursos públicos con transparencia (como en casa de cristal). No hay de otra. Reiterar que gobierno es servicio, que los funcionarios tienen buenos salarios. No tienen necesidad de robar. No tienen justificación para hacerlo.
Lo real y verdadero (como dijeran los clásicos) es que estamos viviendo el fin de una de las épocas más negras de Tabasco. El granierato obtiene sin mucho esfuerzo la marca de ser el más corrupto, con diploma y medalla doble del primer lugar en la corrupción. Y el cambio verdadero es como una luz al final del túnel.
Pero recordemos siempre que también el cambio verdadero significa, sin duda que la mano de la Ley debe alcanzar a los artífices de este sexenio de la ignominia, de la criminalidad; que son los que tienen sin comida ni medicamentos a los enfermos de los hospitales, entre ellos el de los enfermos mentales.  

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