Yo los
acuso, sin excepción son traidores, delincuentes vulgares. Engañaron a muchos
(no a todos, no a nosotros). Usufructuarios del poder, levantaron fortuna en
pocos años. Fantoches, se enseñoreaban desde el mando con vehículos nuevos y
choferes. Mandaban regalos a periodistas a cargo del recurso público. Se
confabularon con algunos dueños de periódicos. Son los bárbaros Atilas.
Analfabetas en valores éticos, sin moral, compraron ranchos y casas a la vista
de todos. Se impusieron un bono gordo en lo económico al que llamaron “de
fatiga”. Negociaron compra-venta de edificios y terrenos, con ganancias
particulares dañando al patrimonio público, nuestro. En la Cámara de diputados tuvieron cómplices y socios que
les aprobaron las cuentas, rufianes. El ejecutivo fue su cueva, su matriz. El
poder judicial, y Contraloría, alcahuetes. Salían y entraban al estado en los
aviones del gobierno o particulares en primera clase. Robaron el dinero que debió ir a los
hospitales públicos, al campo y a educación. ¿Cuántos murieron por su culpa,
criminales?
Tienen
nombres y apellidos. Son muy conocidos. Salían en las primeras planas de los
periódicos y en las páginas de sociales, sonrientes, eufóricos, triunfadores,
exultantes. También en fotos de café o restaurantes de lujo.
Fue plan
premeditado, gajes del saqueo. Se les pasó la mano ladrona. Sus uñas afiladas
eran de no sé qué, no de gavilán, ni águila, animales nobles. Pobres,
consideran que para “ser”, necesitan “tener”, en abundancia, en exageración.
Los acuso
de la miseria económica y moral del estado, producto, por supuesto, de “su”
miseria interna personal. Fueron y son ejemplo de la malicia, la maña, de la
burla a la ley. Son como piratas, como salteadores de caminos. Son vulgares rateros.
Pisotearon
usos y costumbres, leyes y reglamentos. Pisotearon la Constitución política del
estado, la que prometieron cumplir y hacer cumplir. Por mandato de Ley,
demandados por incumplimiento en su toma de protesta, deberán ocupar el hotel
que está frente al Fracc. Olmeca e Insurgentes. Los acuso de ladrones, no de
tontos.
Recordemos
que el huevo de la serpiente se engendró desde antes, en cada sexenio. Cada
cual en su ruta particular del saqueo, en su curriculum. Cada quien con su
trayectoria. Y algunos de ellos, camuflajeados, ahora están en primera fila
presionando al gobernador electo.
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