lunes, 24 de diciembre de 2012

El nacimiento de Jesús en plaza de armas





Antonio Solís Calvillo

Por aquellos días el virrey envió una iniciativa de ley a la H. cámara de representantes, mediante la cual se pretendía aumentar el pago de impuestos y la creación de otros: gravamen sobre el circo, el teatro, el cine, la muerte, sobre el número de integrantes de familia y las mascotas.

Antes se había publicado el decreto con el que los ciudadanos estaban obligados a registrarse para integrar el censo de población.
Por ese motivo José viajaría desde su pueblo hasta la capital con María y su primogénito. Se empadronaría y estaba dispuesto a presentar su inconformidad respecto a los nuevos impuestos. Reflexionaba: “si permitimos esto, ¡Señor de los cielos!, luego los recaudadores de impuestos nos van a querer cobrar por defecar o por el aire que respiramos.
José, resuelto, tomó a su hijo y colocó a María sobre una burra vieja y emprendió el camino a la capital. Contentos entonaban cantos de la época.
Cuando estaba cerca de la ciudad José notó aflicción en el rostro de María. Preguntó: “¿qué te aflije, mujer?”  María respondió que era por el embarazo y las inconveniencias del viaje.
Horas después la vio contenta. Dijo José: “Me admiran los cambios en tu rostro, tristes antes, ahora contenta. ¡Alabado sea el señor de los cielos”. María respondió: “me alegro y me entristezco debido a una visión que tuve. Soñé que debido al nacimiento del niño se dividían los pueblos en dos ejércitos.”    José quedó asombrado ante tan extraña visión.
Un ángel se le apareció a María y le aclaró el sueño:” el ejército de la derecha tiene el temor de la llegada del enviado de los cielos, porque será quien venga a poner orden; está integrado por los adoradores del becerro de oro, ladrones de cuello blanco, diputados del mayoriteo, mercaderes de la palabra, comerciantes que especulan para reetiquetar, gobernantes ladrones, etc. El ejército de la izquierda está integrado por hombres de buena voluntad: obreros, prostitutas, desempleados, borrachines, panaderos, amas de casa, poetas, pastores de cabras y ovejas, etc.”
Caminaron más tiempo. Era cerca de medianoche. Pasaban por la plaza central cuando María, con el semblante abatido por el cansancio y los dolores le dijo a José que la bajara. José la ayudó y buscó un lugar donde acomodarla. Una lluvia ligera se hizo presente.
Los habitantes de la plaza recomendaron que pidieran posada en el palacio del virrey. Así lo hicieron. Los porteros negaron el acceso por temor a que fueran tunantes. Arreciaba la lluvia. Unos hombres de buena voluntad ayudaron a María y la llevaron al Palacio de la Justicia, donde también pidieron posada. Allí el portero, amable dijo que eran vacaciones y que no era lugar para gente pobretona. De allí se trasladaron al Palacio de los representantes del pueblo. El portero avisó al ujier, el ujier al secretario y este a los diputados del gobierno, estos al presidente de la Gran Comisión. Todos coincidieron en que los estaban tratando de tomar el pelo: ”imaginaos, por Judas y el César, tenemos que aprobar la reforma fiscal que nos mandan el patrón y el gran recaudador, y estos hijos de su madre jugando a las posaditas”.
 Como es de suponerse les negaron la entrada al Palacio de gobierno.
En cambio los habitantes de Plaza de armas ofrecieron a los peregrinos un espacio en el quiosco. Allí habían construido un pesebre para el nacimiento tradicional.
María quedó instalada entre cartones húmedos y ropa vieja. Un perro sarnoso y barrigón, un gallina se guarecían de la lluvia cerca de allí.
José dejo a su hijo y a María en buenas manos y salió en busca de una partera. Mientras caminaba presuroso vio que el cielo y la tierra se habían juntado. Una luz incandescente brilló en lo alto. Los pocos autos que circulaban quedaron inmóviles. Un perro que ladraba a la luna quedó sin movimiento. El agua del río Grijalva se detuvo. Los pájaros quedaron detenidos en el aire. La lluvia se detuvo antes de caer al suelo.  Así, en la hora del parto de la Virgen santa, todas las cosas permanecían como fijadas en su actitud. Momentos después la vida siguió su curso.
José encontró a  dos mujeres que sabían de alumbramiento y le acompañaron por la curiosidad de conocer a María, embarazada siendo virgen. Ya en la plaza vieron extrañadas que un sol resplandeciente iluminaba el lugar. Incrédulas pidieron a María pruebas de su virginidad. Por dudar perdieron el habla; se arrepintieron. Un ángel les dijo que cargando al niño serían curadas. Así lo hicieron y al volverles la voz juraron servir al nuevo rey de esa parte de la tierra.
Los habitantes de Plaza de armas, ofrecieron lo poco que tenían, lo poco, que sin embargo, es mucho cuando se da con amor. Llevaron platanitos fritos, habas, frijoles, leche calientita, colaciones, arroz.
Los ignorados del mundo duro no eran soberbios. Un pobre había nacido entre sus iguales y con amor le ofrecían aquellas pobres viandas. Sabían que aquel niño nacido de pobres en la pobreza, nacido sencillo en la sencillez, nacido de aldeanos en el corazón de la capital, había de ser el redentor de los humildes, de los hombres de buena voluntad.
El quiosco de la Plaza central -conocida como Plaza de armas- sucio por el olor a pobreza y orín, lugar de los hombres sin aguinaldo y sin empleo, que se encuentran a la espera de una señal de buena voluntad, fue la primera habitación del más puro de los nacidos de mujer.
*Publicado en el Diario la Verdad del Sureste, diario de Villahermosa, el 24 de diciembre de 1994



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jueves, 20 de diciembre de 2012

Yo los acuso




Yo los acuso, sin excepción son traidores, delincuentes vulgares. Engañaron a muchos (no a todos, no a nosotros). Usufructuarios del poder, levantaron fortuna en pocos años. Fantoches, se enseñoreaban desde el mando con vehículos nuevos y choferes. Mandaban regalos a periodistas a cargo del recurso público. Se confabularon con algunos dueños de periódicos. Son los bárbaros Atilas. Analfabetas en valores éticos, sin moral, compraron ranchos y casas a la vista de todos. Se impusieron un bono gordo en lo económico al que llamaron “de fatiga”. Negociaron compra-venta de edificios y terrenos, con ganancias particulares dañando al patrimonio público, nuestro. En la Cámara  de diputados tuvieron cómplices y socios que les aprobaron las cuentas, rufianes. El ejecutivo fue su cueva, su matriz. El poder judicial, y Contraloría, alcahuetes. Salían y entraban al estado en los aviones del gobierno o particulares en primera clase.  Robaron el dinero que debió ir a los hospitales públicos, al campo y a educación. ¿Cuántos murieron por su culpa, criminales?
Tienen nombres y apellidos. Son muy conocidos. Salían en las primeras planas de los periódicos y en las páginas de sociales, sonrientes, eufóricos, triunfadores, exultantes. También en fotos de café o restaurantes de lujo.
Fue plan premeditado, gajes del saqueo. Se les pasó la mano ladrona. Sus uñas afiladas eran de no sé qué, no de gavilán, ni águila, animales nobles. Pobres, consideran que para “ser”, necesitan “tener”, en abundancia, en exageración.
Los acuso de la miseria económica y moral del estado, producto, por supuesto, de “su” miseria interna personal. Fueron y son ejemplo de la malicia, la maña, de la burla a la ley. Son como piratas, como salteadores de caminos. Son vulgares rateros.
Pisotearon usos y costumbres, leyes y reglamentos. Pisotearon la Constitución política del estado, la que prometieron cumplir y hacer cumplir. Por mandato de Ley, demandados por incumplimiento en su toma de protesta, deberán ocupar el hotel que está frente al Fracc. Olmeca e Insurgentes. Los acuso de ladrones, no de tontos.
Recordemos que el huevo de la serpiente se engendró desde antes, en cada sexenio. Cada cual en su ruta particular del saqueo, en su curriculum. Cada quien con su trayectoria. Y algunos de ellos, camuflajeados, ahora están en primera fila presionando al gobernador electo.

sábado, 15 de diciembre de 2012



¡Vergüenza social!
Antonio Solís Calvillo
Que agravio, que vergüenza social: sin alimentos en el hospital siquiátrico “Villahermosa”, y sin medicinas, ni material de limpieza, en los hospitales del Niño, de la Mujer, en el Juan Graham y en el Rovirosa. ¿Qué falta por saber? ¿Hasta dónde hemos de llegar para darnos cuenta de la mezquindad, estulticia, perversidad y criminalidad de quienes ¡aún! hoy están al frente de las instituciones del estado.
También ¿hasta qué parte del fondo del pozo hemos de caer para darnos cuenta lo que provoca nuestra indiferencia social?
El químico de las bicicletas y amigos debieron de irse por vergüenza de la derrota el 2 de julio. Debieron buscar la manera de acordar un interinato que vigilara la anticipada entrega recepción. Pero no, siguen ellos aún en su aquelarre del saqueo hasta agotar el último segundo del 2012.
Sin comida para los enfermos del siquiátrico, (antes conocido como hospital Granja para enfermos mentales y nerviosos),  ni para los enfermos internados en los demás hospitales públicos, ni medicinas, es asunto criminal grave. Sumamente grave. Qué barbaridad. Y lo anterior forma parte de la punta del iceberg.
Hay desorden administrativo y saqueo en todas las dependencias. En todas las áreas. No fuimos capaces como sociedad de detenerlos. Pero también, en autocrítica, como partido no tuvimos la capacidad de articular un movimiento social que los corriera.
Por silencio y omisión, como ciudadanos, somos parte del problema, y podemos  y debemos ser parte de la solución. Ya lo estamos siendo desde el 1 de julio pasado al quitarlos políticamente del poder. Pero ¡aguas!, porque muchos de ellos quieren retornar camuflajeados.
La sociedad que tenemos es la que hemos construido. Una sociedad disfuncional. A manera de ejemplo tenemos que un cúmulo de políticos –de cualquier partido- arriban al gobierno a través de procesos poco creíbles. Legitimados -según ellos- en los mandos sin conocimiento, desconociendo la misión y sin visión, donde dan órdenes sin ton ni son, pervierten el ejercicio del poder, y como producto dejan un desorden administrativo total.
Luego nos damos cuenta que hay nuevos ricos que construyen palacetes en colonias exclusivas, o en pleno centro de la ciudad. Cínicos ellos, sin ocultarlo. Y nosotros guardamos silencio por comodidad o miedo, medrosos.
Pero también reconozcamos que hay una gran cantidad de personas que sueñan o buscan arribar al poder solamente para enriquecerse fácilmente en tres o seis años. Y para lograrlo se confabulan dentro de los partidos. También hay quienes- desde la ciudadanía-  justifican que el gobernante robe mientras “haga obra”.  Y por supuesto considero que tenemos que lograr cambiar la conciencia para que las cosas sean distintas.
Tenemos que regenerar el tejido social y el conjunto de conceptos. Reiterar que se llega al gobierno para trabajar en bien de la sociedad, para administrar los recursos públicos con transparencia (como en casa de cristal). No hay de otra. Reiterar que gobierno es servicio, que los funcionarios tienen buenos salarios. No tienen necesidad de robar. No tienen justificación para hacerlo.
Lo real y verdadero (como dijeran los clásicos) es que estamos viviendo el fin de una de las épocas más negras de Tabasco. El granierato obtiene sin mucho esfuerzo la marca de ser el más corrupto, con diploma y medalla doble del primer lugar en la corrupción. Y el cambio verdadero es como una luz al final del túnel.
Pero recordemos siempre que también el cambio verdadero significa, sin duda que la mano de la Ley debe alcanzar a los artífices de este sexenio de la ignominia, de la criminalidad; que son los que tienen sin comida ni medicamentos a los enfermos de los hospitales, entre ellos el de los enfermos mentales.