domingo, 24 de octubre de 2010

Educación en Tabasco: las peras al olmo

Entrega de despensas







Para el maestro Rodolfo Lara Lagunas
con el afecto y solidaridad de siempre.






(Parte 1)
La titularidad de la Secretaría de Educación Pública (SEP) en el país la han ocupado  personalidades como Justo Sierra; José María Pino Suárez; José Vasconcelos; Narciso Bassols; Jaime Torres Bodet; Agustín Yáñez y Porfirio Muñoz Ledo, entre muchos otros. Todos ellos con amplio bagaje cultural, académicos doctos, brillantes y creativos, inteligentes y visionarios.
    Su paso por esa institución, de importancia capital y estratégica para el desarrollo nacional, dejó profunda huella: libros de texto gratuitos, combate frontal al analfabetismo, fundación de CAPFCE y el Instituto de Capacitación del Magisterio, del Instituto Politécnico Nacional, las Misiones culturales, impulso a las escuelas Normales, a la educación superior, a las investigaciones, etc.
    Entre varios momentos cumbres de esas etapas menciono uno de ellos: la Escuela rural mexicana, que ha dado prestigio a México en el mundo de la pedagogía. Esta corriente educativa proclamó, desde principios del siglo pasado, la necesidad de formar hombres libres, con sentimiento de responsabilidad, para que lleguen a obtener el dominio de sí mismos y la firme voluntad de labrar una existencia placentera para sí propios y para los otros miembros de la sociedad. Nunca, ni por asomo, pretendió preparar a los alumnos para un brillante examen donde se distingan por un enciclopedismo indigesto”.  Los visionarios de la educación han buscado la erradicación del analfabetismo directo (el no saber leer ni escribir) y analfabetismo funcional (el que sabiendo leer y escribir no lo hace de manera regular) y el fanatismo, liberando al hombre del pensamiento de siervo forjado en los 300 años de colonia, y primeras décadas de independencia.
    Visionarios fueron quienes perseveraron desde la SEP en la necesidad de crear un tipo de escuela con mística social, con temperamento fuerte y persuasivo teniendo en mente la forja del ciudadano responsable, trabajador, creativo, de bien, solidario. Para ello se requería como ahora (más que entusiasmos, voluntarismos y mucho más que mediocridades) maestros “reflexivos, críticos, analíticos”, valientes, insumisos, que vislumbraran un mejor mañana a partir de la construcción del presente en las aulas, en las escuelas, liderando con su trabajo a las comunidades.
    En esos tiempos había más veredas que carreteras, menos aulas y más palapas, había conocimiento de la misión y visión educativas. Ahora tenemos mejores condiciones de infraestructura y cobertura casi al 100 por ciento en educación básica, pero los resultados son fatales, preocupantes y deprimentes. Los resultados no son las calificaciones numéricas de la prueba ENLACE u otras y el diploma a la escuela o al alumno, sino los conflictos sociales, el desempleo, la corrupción, la pobreza, la miseria, la narcoviolencia, la falta de valores, el consumismo.
    En Tabasco se han vivido etapas diferentes en la educación. Con riesgo del reduccionismo enfoco la etapa del gobierno de Tomás Garrido Canabal y la de Enrique González Pedrero. Ambos en la misma acuosa geografía, dejaron huella en la forma de educar ¡a todo un pueblo! Aún incluyendo los excesos de Garrido con la quema de santos, cierre de iglesias, criminalización del alcoholismo y persecución de curas, se le recuerda por las escuelas racionalistas, la alfabetización, los zapatos para todos, el voto a las mujeres, los círculos de estudio, las escuelas para trabajadores, entro otros logros.
     Enrique González Pedrero, a quien llaman “El maestro”, procuró un desarrollo social amplio y complejo, a través de, entre muchos otros, programas de  pisos de cemento en vez de tierra, fogones a la altura de lo humano para que las mujeres cocinaran erguidas, y las letrinas, para que todos los tabasqueños tuvieran oportunidad de defecar como personas. En educación, ni se diga: apoyo irrestricto al sistema educativo estatal, a los espacios culturales, más escuelas,  promoción a la lectura, edición de libros, apoyo a investigadores, formación de talleres literarios, bibliotecas por todos los rincones geográficos, lecturas públicas, etcétera.
    La educación del estado, como se ve,  no siempre estuvo en pésimas condiciones, pasó por mejores tiempos; el sistema educativo estatal estuvo manejado por mejores pensamientos, con mayor lógica, con mejor visión, con verdadera pasión educativa.
    Un gobernador con visión deberá nombrar para dirigir la educación en el estado a verdaderos funcionarios educadores, no enanos de espíritu y de mente que lucran con la institución, se rodean de mediocres, mienten por todos lados, arrodillan y hasta encaman a la Secretaría de Educación  de Tabasco (SE) y la ponen al servicio de un grupúsculo del partido en el poder. Y al referir la expresión de verdaderos educadores el lector sabrá a lo que me refiero. No sólo que tenga el mérito de tener plaza, pedir credenciales de elector y entregar dádivas  en la campaña electoral, sino que tenga talla intelectual, autoridad personal y académica.  No es simplemente el caso de señalar que estamos en últimos lugares en aprovechamiento. No. Porque hay circunstancias que no dependen de un titular de educación, pero al cumplir con las facultades propias de la institución, y hacerlo con temple, con entusiasmo y conocimiento, a cabalidad, entonces se puede salir adelante como institución, por decirlo de alguna manera, con calificación de siete u ocho, reflejada esta en una sociedad con mejores condiciones de convivencia. Pero claro, en el presente sexenio del Químico Andrés Granier Melo no se pueden pedir peras al olmo.

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