domingo, 29 de diciembre de 2013

Para empezar bien el 2014


Están en efervescencia los grupos al interior del PRD. Es normal porque viene un proceso interno mediante el cual se renovarán las dirigencias locales y nacionales. Este es en gran medida un asunto interno con repercusiones hacia el exterior. Habrá el reacomodo normal de fuerzas, adecuado a los nuevos tiempos que vive Tabasco.
Junto con ello es importante reflexionar sobre el pasado reciente y el presente de nuestro estado. El problema real y mayúsculo de nuestra entidad es que, independientemente de los colores políticos, somos más de 2.3 millones de personas en un territorio, que no hemos tenido la capacidad de estructurar un pacto social que nos lleve a tener mejores oportunidades de desarrollo y en consecuencia mejores condiciones de vida.
En la visión de lo deseable, entre otras estas serían: más alimentos en las mesas de las personas pobres, amplia red de agua potable, drenaje eficiente, empleo, mejores caminos y carreteras, fluidez en el tráfico de vehículos, condiciones de inversión, generación de empleos, etc. 
Mas no es así y esto a pesar de que contamos con un sistema educativo, con escuelas superiores públicas y privadas, con una tierra generosa en la fertilidad, con agua abundante, con petróleo (venero que nos heredó el diablo, diría López Velarde), etcétera.
Recordemos que venimos de una polarización social de hace más de veinte años, en la cual la élite política no supo, no quiso o no pudo aprovechar su paso por el gobierno para tender puentes de conciliación, coadyuvar en la organización del campo para la inversión y producción, y reorganizar la vida en las ciudades de Tabasco.
 En los años 90s el gobierno estatal y los medios le echaban la culpa al PRD de que no había avances sociales, según, porque no dejaba gobernar con sus constantes reclamos, mítines y plantones. Por estrategia y para demostrar que este señalamiento no era cierto, sino una vil calumnia, y contrario a su propio origen, el PRD retrocedió en sus movilizaciones para quitar ese absurdo pretexto. Y como resultado se tuvo lo mismo o hasta peor: gobernaron como ellos solo saben hacerlo, muy mal y con corrupción criminal. La prueba está con los resultados acumulados de Roberto Madrazo,  del quinquenio de Manuel Andrade y este de Andrés Granier: abandono total al campo, servicios de salud y educación a la baja,  nula inversión en obra vial y en el sistema de drenaje, desempleo, pobreza extrema, violencia, robo de cables de luz, de tubería y medidores de agua, de campanas de iglesia y robo también de tapas de alcantarillas.
Por esto nunca va a estar por demás reiterar que más allá de los intereses de los partidos políticos (y con ellos los intereses de los grupos al interior de los mismos) está el interés mayor del estado. Juntos nos salvamos todos, o seguimos en las mismas, o peor.
En este marco es cuestionable la afirmación interesada de que “no se ha hecho nada”, y que “el cambio verdadero no se ve por ningún lado”.  Lo cierto es que a muchos no les “cae el veinte” que Tabasco vive en tiempos distintos a la hegemonía de partido único. Y muchos, sobre todos los de ese partido y los indiferentes, añoran las épocas de dispendio, donde no importaba de dónde salía el recurso, de créditos con altos intereses, si era desviado a como lo era, pero había bonos de fatiga, pavos de navidad, despensas, carros regalados para rifas, sobresueldos, etc.

Ha pasado un año ya desde el inicio del nuevo gobierno. En el laboratorio social tabasqueño de aprendizaje (de saber ser oposición los que perdieron y comportarse a la altura de las circunstancias los que ganaron) hay pendientes y también tiempo. Se requiere disponibilidad, conocimiento, recursos y honradez en el manejo de los mismos para que la ciudadanía considere que valió la pena cambiar de partido para un distinto modo de gobernar. El tiempo lo va ir diciendo. La ciudadanía lo va ir señalando. En todo caso al ciclo sexenal de gobierno queda el 83 % de tiempo y en los municipios el 66.3%.   Feliz y esperanzador 2014.