Adelante, ciudadanos, la hora esperada “est arrivé”.
Antonio
Solís Calvillo
El amanecer del 1 de julio es el
momento y día esperados por muchos. Será el día de la libertad o el día del
horror y vergüenza en que el régimen reciba de nuevo el mandato para seguir
saqueando. Ese día se definirá el grupo que administrará la federación, y por
lo tanto nuestro estado y municipio. Con la marca en una boleta, el ciudadano tomará
la decisión, luego de reflexionar sobre nuestro presente y futuro, si los sigue
dejando a ellos, u opta por el cambio verdadero.
Contra el verdadero cambio hay confabulaciones
y conspiraciones. Entre ellos están los que se acomodan en la candidatura de
Jesús Alí y Enrique Peña Nieto, y harán hasta lo imposible para continuar en el
saqueo inconmensurable del dinero público. Violarán la ley electoral cien mil
veces más, o las que sean necesarias, con tal de quedarse, como corsarios, con lo que para ellos es un botín. Han dado
muestra de ello en el desgobierno del granierato: se impusieron un bono mal
llamado de fatiga; mandaron un montonal de dinero en efectivo en una avioneta a
Cancún; han comprado casas y ranchos por doquier; han festinado sus decadentes
reuniones romanas en la Quinta con el erario público; y sus bodas en hoteles de
lujo en otros estados, incluyendo boletos de avión ida y vuelta.
Han asaltado las arcas públicas de
manera insultante, y a la vista de todos. Sin consideración. Se agrupan en todas las dependencias de
gobierno. Y allí conspiran a pierna suelta.
Entre los confabuladores contra el
cambio hay de todo (con sus excepciones, por supuesto): los altos dirigentes
que aún quedan en el PRI; los dueños de periódicos, de estaciones de radio,
constructores del dinero fácil, altos gerentes de empresas, dueños de escuelas
privadas, rectores de universidades y directores de tecnológicos, delegados
municipales, usureros, líderes charros, dueños de banco, lenones, ex
gobernadores, los actuales altos mandos de las secretarías y directores de
áreas. Todos ellos, a excepción de los delegados municipales, tienen altos
sueldos y tienen a la mano el poder de manejar los recursos de las
instituciones a su cargo.
Todos ellos lo hacen porque están
acostumbrados a la vida regalada, como sultanes, como emperadores, como reyes.
Ya andan por las calles con bocinas
estridentes anunciando que en los nuevos tiempos pondrán vino nuevo en los
odres viejos; ya tienen en cada manzana al esquirol ciudadano que recibe unas
cuantas migajas y reparte otras cuantas migajas. Como lumpen, como ratillas,
como siervos, ofrecen billetes y la gloria futura siempre y cuando desoven voto
a favor del PRI, previo billete, previa tarjeta choca, láminas, despensas, (“los
pollos” reciben) pollos.
Los que están por el cambio
verdadero son una gama amplia de ciudadanos conformada por integrantes de todas
las clases sociales a quienes les ha llegado la crisis hasta la cocina:
profesores, enfermeras, doctores, intelectuales, artistas, obreros, campesinos,
pequeños y grandes comerciantes, monaguillos, estudiantes, periodistas,
vendedores ambulantes, choferes de combis y taxis, pintores de brocha gorda,
meseros, mecánicos, locutores, priistas de base.
Para ser exactos se enfrentarán dos
proyectos muy distintos y encontrados: el que presenta Andrés Manuel López
Obrador y, a nivel local, Arturo Núñez Jiménez; y el proyecto desdibujado de
peor de lo mismo que presenta Enrique Peña Nieto, Jesús Alí de la Torre y Luis
Felipe Graham.
Todo está preparado para que los
ratones cometan fraude; ya lo están implementando. Y hay también ingredientes
suficientes para presumir que ganarán las izquierdas; nunca como ahora hay un
hartazgo general por la grave situación económica; nunca como ahora está el
campo abandonado, nunca como ahora hay un saqueo popular en los cobros en
gasolina, gas, energía eléctrica, telefonía celular. Nunca como ahora hay
hambruna en sectores pobres. Nunca como ahora hay una industria del asalto, del
robo de autos, del secuestro, que afecta a todos los sectores sociales. Y nunca
como ahora hay una decisión ciudadana, popular, general, de ganarle al PRI y
sacarlos del nicho donde se han apoltronado desde hace muchos años. El triunfo
de las izquierdas. Es justo y necesario.
Ciudadanos: adelante, cumplamos
nuestra cita con la historia, la hora de gloria está arribando, la hora de gloria “est arrivé”.