La devastadora inundación de 2007 en nuestro estado hizo trizas el paradigma de que el centro de la ciudad jamás se inundaría. Todavía con el agua al cuello los habitantes de ese lugar de alta plusvalía veían derrumbarse sus sueños de invulnerabilidad. Aún así no se daban cuenta que la inundación en sí les restregaba en su frente dos cosas: una de ellas era su indiferencia ante el pésimo e inhumano manejo de los asuntos públicos por parte del gobierno (aunque algunos sigan creyendo infantilmente que fue el movimiento de la luna). Y la también indiferencia de ellos mismos a lo que sucede a los “otros” en las colonias y en otros municipios.
Dice el dicho popular que no hay peor ciego que el que no quiere ver. Por eso ¿Quién está de acuerdo en que se desaloje a las familias que viven en las márgenes de los ríos, como los de colonia Casablanca y próximamente en Gaviotas sector Monal e Ixtacomitán, pero hace oído sordo y esconde la cabeza ante los rellenos indiscriminados y criminales -que se hacen a la vista de todos- de los vasos reguladores por las grandes cadenas como soriana, aurrerá, chedraui, así como por los constructores de nuevos fraccionamientos?
¿Quiénes recuerdan y relacionan con lógica que la autorización $$$ para el cambio de uso de suelo en beneficio de dichos hipermercados fue de los mismos gobernantes a quienes ellos mismos apoyaron y apoyan?
Toda agua busca los terrenos bajos. Todo terreno bajo al ser rellenado deja de serlo y hace que el agua se desvíe a otras partes. Por eso se dice que el agua es memorial e histórica y busca lo bajo y recorre su cauce viejo (como recién ocurrió a principios de julio en el río Santa Catarina, en Monterrey, Nuevo León).
La inundación del 2007 dejó al descubierto lo mejor y lo peor del ser humano ante el desastre. Entre fantasías y verdades se cuenta que no hubo muertos, pero sí muchos vivos, como esos que desde el DIF guardaban la ropa y tennis de marca para beneficio de ellos mismos en ventas de bazar.
De ese octubre de 2007 a la fecha hemos visto que las cosas continúan en general igual o peor. Un ejemplo: ya no se inundó el Centro de la ciudad, y eso es bueno, pero se debió no a las obras de prevención en un plan general, sino solamente a que las aguas fueron conducidas por el río Samaria por lo que se inundaron comunidades de los municipios de Huimanguillo y Cárdenas, y que los medios de comunicación locales dijeron muy poco, por lo cual mucha gente ni se dio cuenta de la tragedia de los hogares de esos rumbos en el 2009.
Con algunas variantes del 2007 a la fecha son los mismos personajes que gobiernan, y del mismo partido. Apenas hace días escuchamos la propaganda en prensa y televisión del químico Granier cuyas alocuciones son para la gente desinformada, crédula de sus fantasías, aplaudidora de su ñoñez y mojigatería: “Para aquellos que dicen que no hemos hecho nada…” “Nos tocaron desgracias como la inundación y la influenza…” “Dónde estaban estos críticos cuando la inundación…” “Nosotros le hemos ‘exigido’ a la federación…” Y por allí se va en su hilo discursivo como La llorona en un lastimero y patético discurso con lo cual no resuelve nada, pero, eso sí, busca convencer a sus aplaudidores de que está en lo correcto, que para él es el dejar hacer, justificarse, llorar, declamar, descalificar. No gobernar.
Pero eso sí, la gran muralla “china” construida en el malecón del Grijalva, y la costalera, evidencia la ineficiencia, la incapacidad, lo improvisado de quienes están al frente del gobierno del estado.
Esto dice Greenpeace sobre nuestro edén perdido: (Tabasco debe ser considerado) “un ejemplo de las consecuencias nefastas que puede tener la aplicación de políticas ambientales y agropecuarias sin análisis ni planeación, y con objetivos que se contradicen entre sí”.
Agrega que “la alta vulnerabilidad se debe también a los agresivos planes agropecuarios que han modificado el cauce de los ríos, y al hecho de que el estado tiene la tasa promedio de precipitación más alta del país”.
Agrega que “la alta vulnerabilidad se debe también a los agresivos planes agropecuarios que han modificado el cauce de los ríos, y al hecho de que el estado tiene la tasa promedio de precipitación más alta del país”.
Mientras aprendemos la lección que nos han dejado las inundaciones del ayer, compremos sombrilla, lámpara sorda, cayuco, libro y víveres, por si las dudas.